En Mayo de 1942 el submarino estadounidense USS Silversides se acerca a la zona que le han asignado en aguas japonesas cuando sus vigias detectan un barco enemigo a seis kilómetros de distancia. Este será el bautismo de guerra tanto para el submarino como para su comandante y tendrá que hacer frente a cargas de profuncidad, un torpedo atascado y a una apendicectomía de emergencia en aguas enemigas mientras intenta interceptar el mayor número de barcos japoneses posibles en Guadalcanal.