Pedro Castillo no sólo es enemigo de las libertades de carácter económico, sino también de las de carácter social: se opone a la eutanasia, al matrimonio igualitario o a la legalización de la marihuana. Está a favor de la expulsión de extranjeros y del servicio militar obligatorio. Pese a ello, parte de la izquierda española no ha dudado en saludarlo como un símbolo de esperanza y de progreso para Perú.